martes, 23 de diciembre de 2014

Una Carta A Santa Claus *Terminado*


Prólogo

Santa Claus recibe la carta de un niño pidiendo que le consiga un novio a su papá. Así que Santa decide enviar a Young Saeng, un elfo que había perdido la alegría y estaba sumido en una profunda tristeza, para que ayude a Hyun Joong a encontrar a la persona indicada. 

Saeng tiene una misión, buscar un novio al papá de Minwoo, pero con el transcurso de los días él termina enamorándose del hermoso hombre de ojos castaños. No sabe qué hacer, seguir con su misión y buscarle un novio a Hyun Joong, o dejar salir los sentimientos que tiene por él, y hacerlo suyo para siempre.

¿Conseguirá Minwoo su deseo de navidad?


Introducción

“Querido Santa:

Quiero darte las gracias por el guante y la pelota de béisbol que me trajiste la navidad pasada. Appa siempre dice que debo agradecer cuando recibo obsequios, así que gracias. 

Un niño de la escuela se burló de mí hace poco, él dijo que era un tonto por creer en ti. Yo sólo me quedé en silencio, porque sabía que él estaba equivocado. Yo sé que eres real, y es por eso que esta navidad no quiero ningún regalo para mí. Yo… sólo quiero tener otro Appa.

Appa está tan solo desde que mi Appa Kyu murió, y yo… yo quiero verlo feliz. Él ya no sonríe, y quiero verlo reír. Lo extraño, ya no es el mismo Appa de antes, y es por eso que quiero pedirte que le consigas un novio. Quiero verlo feliz otra vez. Sabes que me he portado muy bien este año, y era para pedirte este regalo.

Por favor Santa. ¿Puedes encontrarle un novio que haga feliz a mi Appa?

Confío en ti, y esperaré emocionado la mañana de navidad para ver la sonrisa de felicidad en la cara de Appa. Ese es regalo que quiero.

Bueno, eso era todo.

¡Feliz Navidad!

Con cariño,

Minwoo.

PD: Te dejaré como siempre galletas y leche junto a la chimenea.”

Hyung Joon, el elfo jefe encargado de las cartas, observó atentamente el rostro del Gran Jefe. Su mirada brillaba de cariño y ternura cuando recibía este tipo de cartas. No era muy común que un niño prefiriera olvidar los obsequios para pedir algo para alguien más, y eso emocionaba mucho al jefe.

—Este niño es tan tierno —murmuró Santa, con una sonrisa de felicidad en su rostro—, y las galletas que me deja siempre son deliciosas.

Joon sonrió, amaba esta parte de su trabajo. Cuando el jefe descubría que la inocencia y el cariño de los niños no cambiaba a pesar del paso del tiempo.

El Gran jefe acarició su tupida y blanca barba, pensando.

—Necesitamos encargarnos de cumplir el deseo de Minwoo lo antes posible. Faltan tres semanas para navidad, y quiero que el niño obtenga su regalo en Nochebuena —dijo, mientras seguía acariciando su barba.

Joon asintió.

— ¿Y a quién enviamos, Santa? —preguntó curioso, ya que nunca enviaban al mismo elfo a este tipo de misiones. Santa siempre encontraba al elfo adecuado para el trabajo.

El Gran jefe se puso en pie, y se acercó al gran ventanal que daba a la fábrica de juguetes. Desde allí podía verse gran parte de la actividad de los elfos y duendes mientras producían los regalos para los niños. Joon observó al jefe, barriendo la mirada sobre los elfos trabajando, hasta que su mirada se detuvo en un punto fijo bajo ellos. Joonie no podía contener más su curiosidad, y se acercó a la gran ventana, deteniéndose junto al jefe. Se quedó sorprendido al ver a quien su jefe miraba.

— ¿Él?

Santa asintió.

—Sí, él es el indicado —dijo, observando al elfo de cabellos oscuros que registraba la producción de juguetes—. Además necesita volver a creer en la navidad…—suspiró—, y también quiero volver a verlo sonreír como antes.

Joon miró atentamente al elfo, y tuvo que darle la razón al jefe. El elfo de cabellos oscuros había dejado de sonreír hace mucho tiempo, y tenía una mirada de tristeza y anhelo que era imposible de ocultar. Sí, él era el indicado, y quizás, estando allá en la ciudad, pudiera encontrar algo que lo hiciera feliz una vez más.

—Háblale sobre la misión especial, y dile que tiene que partir hoy mismo. Puede usar su magia sólo cuando sea absolutamente necesario, lo demás debe hacerlo como cualquier humano normal.
Y debe elegir sabiamente al nuevo novio de Hyun Joong, el papá de Minwoo —dijo Santa cuando volvió a sentarse tras su escritorio.

—Sí, Santa. Lo haré ahora mismo.

Joon se volvió y salió de la oficina en busca de Young Saeng.

Capítulo 1

Hyun Joong gruñó cuando el ruido de su reloj despertador sonó con un pitido estridente. Levantó una mano y apagó esa cosa de un solo golpe. Trató de ponerse en pie, pero estaba demasiado cansado para hacerlo. ¡Joder! Parecía como si se hubiera acostado sólo hace unos minutos. 

Tenía que dejar de sumergirse en su trabajo. Enfocarse sólo en escribir sin descanso, días tras día, y sólo para olvidar a su amor, lo estaba consumiendo. Pero no podía evitarlo, a pesar de que él y su hijo se habían mudado de la casa que compartió con su esposo. Aun así, no podía olvidar. Los recuerdos siempre venían a él en momentos inesperados, dejándolo destrozado. El dolor seguía fresco en su corazón, y joder, era una agonía.

Aún podía recordar la tarde en que YunHo, el detective de homicidios y compañero de Kyu en la policía, llegó con la noticia. Sólo con mirar sus ojos lo había sabido. Apenas pudo escuchar lo que había sucedido, YunHo hablaba y hablaba, y Hyun Joong sólo pudo captar algunos retazos de la historia. Un enfrentamiento con una pandilla, disparos por todos lados, un niño escondido entre la balacera, Kyu yendo a rescatar al niño antes de que saliera herido, Kyu recibiendo tres disparos por la espalda, y… Kyu desangrando hasta morir en la ambulancia camino al hospital.
Había estado en shock varias horas hasta que Minwoo había llegado de la casa de su mejor amigo DongHyun, y allí Hyun dejó salir en gruesas lágrimas el dolor acumulado en su pecho. Contarle al pequeño que su Appa Kyu había muerto, había sido lo más difícil que había hecho en su vida. Ambos se habían abrazado intentando calmar el dolor que sentían.

Hyun cerró los ojos, no quería recordar ese día, ni los días posteriores a ello. Abrió los ojos, giró su rostro hacia la mesa junto a su cama, y suspiró. Kyu. La fotografía de ellos dos riendo con su hijo, siempre lo ponía melancólico. Aún lo extrañaba. Sabía que debía olvidar y seguir adelante, pero era tan difícil. Jamás se acostumbraría a vivir sin Kyu. Si no fuera por Minwoo, su tierno y dulce hijo, él se hubiera dado a la pena y abandono hace mucho tiempo.

Respiró profundamente, tratando de ahuyentar las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Dios. Era tan difícil. Ya había pasado casi un año, y él no podía superarlo. El dolor desgarrando su corazón era insoportable. Se levantó lentamente, y caminó hacia el baño, limpiando las lágrimas que habían escapado de sus ojos. Necesitaba calmarse, no quería que Minwoo lo viera así como estaba. Se miró en el espejo y suspiró. Su piel pálida se veía translúcida, sus ojos castaños ya no brillaban, y las bolsas bajo sus ojos parecían parte permanente de su rostro ahora. Había bajado de peso, se podía notar a simple vista, ya que sus pómulos estaban más marcados que antes.

Suspiró cansado.

Tenía que seguir adelante. Minwoo lo necesitaba más que nunca. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro mientras pensaba en su hijo. Amaba mucho a su pequeño. Se echó agua fría al rostro, y volvió a respirar profundamente. Tenía que apresurarse en despertar a Minwoo y hacer el desayuno. No quería que llegara tarde a la escuela.

Se aseó rápidamente, se vistió, y fue a la habitación de su hijo. Sonrió al verlo dormir abrazado a su oso. Era tan lindo, sus cabellos castaños eran del mismo color que el suyo, al igual que sus ojos. Sus padres siempre decían que era una copia exacta de él, y a Hyun le gustaba escuchar eso. Se acercó lentamente a la cama y acarició el desordenado cabello de Minwoo. Bajó su cabeza y besó su pequeña frente.

—Despierta, dormilón —murmuró junto a su oído—. Ya es hora de ir a la escuela.

Minwoo gimió, y se cubrió la cabeza con la colcha. Hyun río, era lo mismo cada mañana, y como cada mañana, empezó a hacerle cosquillas, arrancándola esas hermosas carcajadas a su hijo.

—Para…Appa —risas—…ya…me…levanto…—risas.

Hyun se detuvo, y bajó la colcha. El rostro de su hijo brillaba feliz, y él correspondió a la sonrisa que le daba su hijo. Amaba estos momentos en las mañanas, era cuando el pasado quedaba atrás, y sólo disfruta del presente con su hijo.

—Bien, aséate y vístete. Iré a preparar el desayuno.

Minwoo asintió.

—Sí, Appa.

Hyun volvió a besar a su hijo en la frente, y caminó hacia la puerta.

— ¿Appa?

Hyun se giró, y observó a su pequeño.

— ¿Si?

— ¿Puedes hacer waffles hoy? —preguntó, mirándolo con esas grandes ojos, como si fuera un cachorrito.

Hyun jamás podía decirle que no cuando lo miraba así.

—Está bien, pero apresúrate a vestirte.

— ¡Sí! —gritó el pequeño mientras se levantaba y corría hacia el baño.

Hyun Joong sacudió la cabeza, divertido, y caminó hacia la cocina. Pasó por su estudio, y gruñó fastidiado al ver el desorden total sobre su escritorio. Tenía que limpiar eso pronto si quería terminar con el libro a tiempo. Al menos su editor era bastante flexible con el tiempo de entrega de este libro. Ya que era uno de los más esperados de la serie que estaba escribiendo. Todos los anteriores habían sido bestsellers, y estaba seguro que este sería el que más ventas tendría.

Hoy pensaba descansar un poco e ir de compras ya que la alacena estaba casi vacía, además, necesitaba pensar muy bien sobre el final del libro, y salir un rato podía traerle nuevas ideas.
Cerró la puerta del estudio, y siguió caminando hasta la cocina.

Cuando Minwoo bajó de su habitación, Hyun ya tenía el desayuno listo. Comieron mientras Minwoo le comentaba todo lo que iban a hacer hoy en la escuela. Hyun sólo asentía, y miraba con atención a su hijo. Era un niño tan inteligente, que a veces lo sorprendía cuán maduro era para su edad.

—Bien, ¿ya tienes todo listo? —preguntó Hyun mientras se levantaba y dejaba los platos y tazas en el lavavajilla.

—Sí —respondió Minwoo, tomando su mochila.

—Bueno, entonces vamos.

Hyun terminó de guardar los víveres que había comprado hace unos minutos. Miró a su alrededor, y el silencio en la casa era un poco agobiante. Necesitaba respirar aire fresco. Miró hacia el reloj y comprobó que aún faltaba mucho tiempo para ir a recoger a Minwoo a la escuela.
Así que caminar, le haría bien en esos momentos.

No tardó mucho en llegar al parque cerca de la casa. Se sentó en un banco al pie de un roble, y miró fascinado la actividad de las personas reunidas allí a pesar del aire frío y la nieve cubriendo el suelo y los árboles. Había madres con niños pequeños jugando en la nieve, parejas caminando muy juntas, y adolescentes patinando en el pequeño lago artificial congelado, cuyas risas llenaban el ambiente amistoso del parque.

La vida parecía vibrar a su alrededor.

—Hola

Hyun se sobresaltó al notar a un hombre grande y fornido de pie junto a él. ¡Diablos! Había venido aquí por paz y tranquilidad, y ahora este tipo acababa de arruinarla. Sonrió de manera cortés, tratando de no alentar al tipo de sentarse a su lado. No quería su atención ni nada por el estilo, y además el hombre no era su tipo. Demasiado grande, y demasiados músculos.

—Hola —respondió, y giró su mirada hacia la viejecita a unos pasos de allí, que jugaba con su perro caniche, esa cosita peluda llevaba una pequeña chaquetita que hacía juego con la chaqueta de invierno de la anciana.

—Es la primera vez que te veo por aquí —murmuró el tipo mientras se sentaba a su lado—, ¿Vienes a menudo?

Hyun gruñó internamente. Esa era la frase para ligar más tonta que jamás había oído. Se alejó un poco del tipo de una manera muy sutil, y borró la sonrisa de su rostro. Quería que el hombre se fuera de una vez por todas y lo dejara relajándose, que era a eso a lo que había venido.

—No, no vengo a menudo. Sólo estoy esperando a alguien.

El hombre lo miró de pies a cabeza, con una mirada hambrienta, causándoles escalofríos, y no de los buenos. Hyun tragó el nudo en su garganta.

Y ahora, ¿Qué demonios iba a hacer para deshacerse de ese hombre?

—Eso es una mentira, cariño. Te he visto sentado aquí desde hace media hora.

Hyun se tensó con ese comentario. ¡Oh mie**a! ¿Este tipo era algún loco que había estado observándolo desde que llegó al parque? Eso era aterrador.

— ¿Media hora? ¡Entonces me dejó plantado! —dijo con un voz llena de indignación, digna de un Oscar. Se puso en pie, pero el agarre de acero en su brazo lo detuvo.

— ¿No quieres ir a mi apartamento a tomar algo, cariño?

¿Quién demonios se había creído este tipo? Trató de soltarse del agarre pero fue imposible. ¡mie**a! ¡mie**a! Esto ya estaba saliéndose de control.

—Mira…

Se vio interrumpido al ver al hombre gruñendo unas cuantas maldiciones mientras lo soltaba y se alejaba rápidamente. ¡Oh joder! Era tan divertido. Un perro lo había salvado. Un lindo perro caniche de chaquetita rosa se había acercado furtivamente a ellos, y había levantado su linda patita, orinándose sobre la pierna del hombre. Soltó unas cuantas carcajadas por lo divertido y extraño de la situación, y no era el único que reía. La viejecita dueña del perrito también reía junto con varias personas que habían estado observándolos. Paseó su mirada alrededor, y se topó con unos ojos azul cielo que brillaban con diversión, el chico no reía como los demás, pero la sonrisa llena de travesura lo hacía lucir tan hermoso.

—Bien hecho, princesa. Eres una buena damita —murmuró la anciana acariciando a su perra, haciéndolo salir del trance en que estaba y girar a mirarla.

Hyun Joong le sonrió a la viejecita, y volvió a girar su mirada hacia el hombre de ojos azul cielo, pero ya no estaba.

Agradeció a la mujer por la ayuda de su perrita, y decidió que encontraría la paz y tranquilidad otro día. Regresó a casa con una sonrisa en su rostro.


Capítulo 02

Saeng sabía que no debió hacer eso, lo sabía. Pero eso no evitó la risa que escapó de sus labios. Sus órdenes habían sido muy claras. No usar magia si no era absolutamente necesario. Pero esto podría clasificarse como absolutamente necesario. El fortachón había estado acosando y molestando al papá de Minwoo, así que había bastado con tan sólo un chasquido de sus dedos para enviar al pequeño perrito a espantar al hombre. Y vaya que lo había logrado, pensó, riendo. Hace mucho tiempo que no se había divertido así, y quizás ésta misión era lo que necesitaba para volver a hacerlo.

Observó a escondidas a Hyun Joong, el papá de Minwoo, mientras se alejaba. Aún podía recordar las carcajadas que Hyun había soltado, el brillo en sus ojos castaños había sido mágico. La tristeza había desparecido por unos minutos, y observarlo reír había sido fascinante. Sacudió la cabeza, y regresó a su nuevo hogar. Era increíble lo que un toque de magia podía conseguir, miró la casa y sonrió. Con un poco de persuasión y un chasquido de sus dedos, había logrado conseguir alquilar la casa al lado de la de Hyun Joong. Quería estar cerca a ellos para poder cumplir mejor con su misión.
Pero primero tenía que averiguar qué tipo de hombre sería el indicado para Hyun Joong.

Entró a su nueva casa, y miró alrededor. El mundo de los humanos era algo extraño, pero tenía que acostumbrarse. Sólo tenía que estar aquí hasta navidad, y luego volvería a su rutina. Suspiró cansado al llegar a la cocina, llevaba un día en este mundo, y a pesar de que tenía que ocultar lo que era, se sentía mejor aquí que en el polo norte. Aún no entendía por qué Santa lo había elegido a él para esto. Ni siquiera sabía que era lo que los hombres buscaban en otros.

¿Cómo iba a saber quién era el adecuado para Hyun Joong?

Se preparó una taza de chocolate caliente, y admiró la vista a través de la ventana. El clima estaba cambiando y pronto empezaría a nevar. Bebió un tragó y gimió. Amaba el chocolate, siempre lo llenaba de paz cuando estaba agitado. El rostro de Hyun Joong se había empeñado en no abandonar su mente, y eso lo desconcertaba. No debía pensar más en ese hombre que lo que su misión mandaba. Pero aun así, la sonrisa titilando en esos ojos castaños era inolvidable.

Ya habían pasado dos días, y Saeng aún no había avanzado mucho en la misión. Echó una mirada hacia su izquierda, mirando cómo Hyun conversaba animadamente con un hombre mientras hacía sus compras. Tenía que averiguar quién era ese tipo antes de permitir que Hyun Joong lo tomara en serio. Pero observándolo bien, el tipo no parecía confiable.

Tomó una camisa de seda azul, mientras seguía observando furtivamente. Había sido toda una odisea seguir a Hyun Joong y Minwoo a través de la muchedumbre en el Centro Comercial, pero lo había logrado. Miró la camisa, y notó que le gustaba, y quizás mientras los seguía, él también podía hacer compras. Volvió su mirada hacia Hyun, y lo vio reír con diversión. Un extraño malestar llenó su pecho. ¿Por qué demonios estaba riendo? El tipo no se veía muy divertido, y aun así, Hyun estaba riendo. Eso lo fastidiaba, y no entendía por qué.

— ¿Te gusta mi Appa? —preguntó una voz a su lado.

Saeng se sobresaltó, dejando caer la camisa al suelo. Miró hacia su costado y se topó con unos ojos castaños llenos de calidez y curiosidad. Minwoo.

— ¿Qué? —preguntó mientras recogía la camisa.

Minwoo se cruzó de brazos, y giró su cabeza a un lado, como si lo estuviera evaluando. Lo vio asentir y sonreírle.

—Pregunté si te gusta mi Appa.

—Yo… —murmuró mirando otra vez hacia Hyun Joong y ese hombre.

—Es Jung Min, trabaja con Appa y no es su novio.

Saeng giró su mirada otra vez al niño de ocho años.

— ¿Por qué me lo dices?

—Porque sé que te gusta mi Appa—murmuró convencido—. Lo has estado observando desde que entramos a la tienda.

¡Oh santos renos! Estaba en problemas. No había sido muy hábil siguiendo a Hyun Joong.

—Bueno, aun así. No creo que debas decirle eso a un extraño.

Minwoo asintió.

—Lo sé —giró su mirada a su Appa, y luego la volvió hacia Saeng—. Soy Minwoo —dijo mientras levantaba su mano.

Saeng sonrío y tomó la mano de Minwoo en saludo.

—Soy Young Saeng. Me da gusto conocerte.

La sonrisa de Minwoo brilló, y Saeng se sorprendió lo parecidos que eran padre e hijo. Ambos tenían la misma radiante sonrisa, aunque Hyun Joong no la mostraba muy a menudo.

—Aún no me has respondido la pregunta.

— ¿Qué pregunta?

— ¿Te gusta mi Appa?

Saeng sintió a su rostro ruborizarse, y no entendía por qué. Sólo debía responder la pregunta.

—Sí —murmuró en voz baja antes de que se diera cuenta de lo que había dicho.

La sonrisa de Minwoo se ensanchó más, y sus ojos brillaran contentos.

— ¿Minwoo?

Ambos giraron a ver a Hyun acercándose a ellos, el tipo con quien hablaba ya no estaba por ningún lado. Saeng miró esos hermosos ojos castaños, y su corazón se detuvo por unos segundos. No pudo moverse ni respirar. Sólo se quedó quieto allí, contemplando la belleza de Hyun que no había notado antes.

—Hola Appa, éste es mi amigo Young Saeng —dijo Minwoo, tomando su mano.

Saeng salió de su estupor y miró al niño. ¿Sería su magia la que hacía que el niño confiara en él? Volvió a mirar a Hyun Joong, y paseó su mirada de arriba abajo, admirando al Abeoji de Minwoo. Hyun lucía un brillo saludable en su piel, la palidez que vio hace unos días se estaba atenuando poco a poco. Lucía menos triste, como si estuviera dejando el pasado atrás. Volvió a mirarlo de pies a cabeza, guardando cada detalle en su memoria. Sentía la boca seca cuando su mirada quedó trabada en esos labios llenos.

¿Qué era esto que estaba sintiendo?

¿Y por qué no se había dado cuenta antes de lo atractivo que era Hyun Joong?

Se lamió los labios sin estar consciente de ello, y sin darse cuenta de la mirada hambrienta que Hyun le daba a su boca. Hyun sonrió al ver otra vez esos ojos azules color cielo. Era el chico del parque. Había creído que sus recuerdos sobre el chico eran exagerados, pero al verlo allí de pie junto a su hijo, se dio cuenta que sus recuerdos no le hacían justicia al chico frente a él. Era el hombre más sexy y caliente que haya visto alguna vez. Ojos azul cielo cubiertos por largas y rizadas pestañas, piel pálida, labios rojos y sensuales, cabello oscuro, y con un cuerpo en muy buena forma. Se tragó el gemido que quiso escapar de sus labios.

—Hola Appa, este es mi amigo Young Saeng.

Salió de la ensoñación en que estaba al escuchar la voz de su hijo, y se acercó a ellos.

—Hola —murmuró, deteniéndose junto a su hijo— Soy Kim Hyun Joong.

—Hola Hyun Joon, soy Young Saeng Delfos. Es un placer conocerte —susurró Saeng en voz ronca mientras tomaba su mano en saludo.

La corriente de electricidad cuando sus pieles entraron en contacto los sobresaltó a los dos, haciendo que se soltaran rápidamente. Saeng le dio una sexy sonrisa provocando que su corazón latiera rápidamente y sin control. ¿Qué demonios le sucedía? Jamás nadie le había provocado una reacción así, ni siquiera Kyu. La tristeza que siempre sentía cuando pensaba en Kyu volvió a él con fuerza, borrando la sonrisa que tenía en su rostro. No se sentía bien pensar en otro hombre cuando aún sufría por Kyu. Sentía que le estaba engañando.

Paseó la mirada por Saeng y su hijo, y observó sorprendido que Minwoo lo sostenía de su mano. Nunca antes su hijo había confiado fácilmente en alguna persona extraña. Pero ahí estaba, sonriéndole junto a Saeng como si fueran grandes amigos desde hace mucho tiempo. Fijo su mirada en Saeng, y a pesar del recuerdo de Kyu, su traicionero corazón aún no había disminuido su loco latir, y se volvió un latir desenfrenado cuando su vista quedó atrapada en esa húmeda lengua que bañaba los provocativos labios de Saeng.

Se sintió endurecer, y gimió sin que pudiera contenerlo. Las pupilas dilatadas en esos ojos azul cielo volvieron a atrapar su mirada, y se quedó sin respiración. Algo extraño estaba sucediéndole, y lo asustaba. Parecía que la tensión sexual crujía en el ambiente, poniéndole la piel de gallina y causándole deliciosos escalofríos de placer.

—Appa, ¿puede Saeng acompañarnos en las compras? —Hyun volvió a sobresaltarse, había olvidado que su hijo estaba presente.

—Minwoo, Young Saeng debe estar ocupado. Quizás otro día pueda acompañarnos —logró decir a pesar del nudo de frustración alojado en su garganta.

Minwoo frunció el ceño y giró su mirada hacia Saeng.

— ¿Estás ocupado? Quisiera que nos acompañaras a mi Appa y a mí en las compras. Será divertido, y luego podemos ir por chocolate caliente y malvaviscos —terminó de decir con una sonrisa luminosa.

Hyun ya sabía la respuesta. Nadie podía resistir esa sonrisa, y su hijo lo sabía.

—Bueno… —murmuró Saeng mirándolo. Hyun suspiró, y asintió. Logrando una sonrisa de Saeng—, está bien. Déjenme pagar por esta camisa y podemos continuar con las compras.

— ¡Sí! —gritó Minwoo, saltando hacia Saeng y consiguiendo un abrazo. Hyun tuvo un pequeño arranque de celos. No estaba bien sentir celos de su hijo, pero no pudo evitarlo.

Terminaron siendo arrastrados por Minwoo, quien iba entre ellos tomándolos de la mano y llevándolos de tienda en tienda. Hyun quedó fascinado con la paciencia de Saeng. A pesar del parloteo de Minwoo, Saeng lo escuchaba y bromeaba con el pequeño como si lo conociera de toda la vida. Ver a su hijo interactuar con Saeng, hacía que su corazón se apretara en su pecho por tantas emociones pululando en su interior. El tiempo que pasaron en el Centro Comercial se sintió como una tarde en familia, y a pesar del recuerdo de Kyu siempre volviendo a él en los momentos menos esperados, Hyun pasó una tarde increíble junto a su hijo y Saeng.
Sin darse cuenta, su corazón estaba empezando a sanar.


Capítulo 03

Saeng sonreía, jamás se había sentido tan feliz. Ni siquiera trabajar para Santa en la fábrica de juguetes lo había hecho sentir de este modo. Pasar el tiempo con Hyun Joong y Minwoo, era una experiencia única. Pero sabía que su tiempo en el mundo humano era limitado, pronto tendría que regresar al polo norte, a su vida vacía y solitaria.

Ese último pensamiento borró la sonrisa de su rostro.

Una semana había pasado desde su tarde en el Centro Comercial. Aún podía recordar el rostro sorprendido de Hyun Joong y la sonrisa de felicidad de Minwoo cuando ambos habían descubierto que Saeng era su nuevo vecino. Desde entonces, Saeng pasaba la mayor parte del tiempo en casa de Hyun Joong.

Sabía que no debía apegarse a ellos, pero era una tarea imposible de cumplir, así como lo era su misión. Le era doloroso buscar a un novio para Hyun Joong. Simplemente no lo podía hacer. Y menos ahora que estos sentimientos llenando su corazón estaban empezando a crecer en su interior. Se miró en el espejo y lanzó un hechizo a sus orejas puntiagudas. No quería que notaran que no era humano. Y ese era el principal problema. Él no era humano, y nunca podría tener la vida que quería junto a Hyun, era por eso que no había vuelto a estar cerca de Hyun a solas. Su sola presencia causaba estragos a su control, y tener a Minwoo junto a él era lo único que evitaba que saltara sobre el hombre de ojos castaños.

Hacía sólo un par de días que había descubierto que le gustaba Hyun Joong. Algunas partes de su cuerpo se ponían en tensión cuando estaba cerca de él. Nunca antes se había sentido atraído por nadie, pero Hyun despertaba en él, deseos, anhelos, y una fiebre incontrolable. Pero no sólo eso, sino también…amor.

Y eso último lo asustaba.

El timbre de la puerta lo sacó de sus pensamientos. Sabía sin siquiera usar su magia de que se trataba de Hyun y Minwoo. Hoy era la representación navideña en la escuela de Minwoo donde el pequeño participaría como un elfo de Santa. Tenía cierta ironía que Minwoo tuviera que disfrazarse de un elfo cuando conocía a uno muy de cerca. Al abrir la puerta se encontró con un sexy y caliente Hyun sosteniendo la pequeña mano de Minwoo.

— ¡Sae! —gritó Minwoo mientras se soltaba de su Appa y saltaba a sus brazos. Saeng siempre tenía que estar alerta a estas muestras de cariño, y a pesar de eso el chico lo sorprendía muchas veces con ellas.

—Hola, mi pequeño elfo. ¿Listo para ayudar a Santa? —preguntó sonriendo, y fijando su mirada en los ojos castaños de Hyun.

Se maravillaba que en estos últimos días la sonrisa de Hyun se mostrara más frecuente. Ya que le encantaba observar esos llenos labios mientras sonreía.

— ¡Sí! Appa lleva mi traje en su bolso.

—Bien —dijo mientras bajaba a Minwoo—, creo que es hora de irnos. No podemos dejar esperando a Santa y a los demás elfos—volvió a levantar la mirada, viendo brillar tantas emociones en los ojos de Hyun—. Hola.

—Hola.

Saeng sonrió, y tomó la mano de Minwoo. Los tres se encaminaron hacia el auto de Hyun.
No sabía que iba a hacer con su misión. Sólo tenía nueve días para conseguirle un novio a Hyun Joong. Y a pesar del dolor que sentiría, sabía que tendría que concluir su misión.

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Hyun sonrió feliz al ver la última página de su libro, por fin lo había terminado, y ahora tenía que mandarle una copia a Jung Min para que lo revisara y le diera el visto bueno. Al fin tendría el tiempo suficiente para pasarlo con Minwoo ahora que el pequeño estaba de vacaciones de invierno y él había terminado su libro. Aún podía recordar lo fantástico que estuvo su hijo en la representación navideña de la noche anterior. Había sido lindo verlo vestido de elfo.

El brillo de unos ojos azul cielo llenó su mente de improviso. Suspiró. Saeng era el hombre más fascinante que había conocido. Aunque había veces en que lo desconcertaba, como hacía un par de días en el zoológico. Todos los animales a los cuales visitaron se habían acercado para que Saeng les diera una pequeña caricia, hasta los más peligrosos lo habían hecho. Y cuando Saeng sonreía mirándolos, Hyun estaba casi seguro que había visto destellos de colores rodeándolo.

Extraño era poco para describir todo lo relacionado con Saeng, pero aun así, Hyun Joong estaba encantado con el hombre.

Ya era casi normal que su corazón palpitara desbocado en su pecho cada vez que veía a Saeng, y la tensión sexual entre ellos seguía creciendo a pasos agigantados. Aún no entendía porque Saeng no había iniciado algún contacto entre ellos. Podía ver claramente en sus ojos azul cielo que Saeng lo quería, pero no entendía aún porqué se refrenaba. Era aún peor ahora con los sueños. Podía recordar cada sueño con detalle, y hasta podía decir cómo se sentía la piel de Saeng y a qué sabían sus besos. Era una locura, pero se estaba obsesionando con el hombre.

Los recuerdos de Kyu ya no eran dolorosos como antes, no desde que había ido al cementerio a decirle adiós la tarde anterior. Siempre lo tendría en su corazón, pero necesitaba superarlo y seguir adelante. Y los sentimientos que habían empezado a crecer en su corazón por Saeng, eran fuertes y lo hacían feliz. Y quería ser feliz, y con Saeng sentía que podía ser el hombre más feliz del mundo.

Sonrió al sentir a su corazón latir agitado cada vez que recordaba a Saeng.

Guardó el archivo de su libro, y salió de su estudio. Las risas proviniendo de la sala de estar lo llevaron hasta allí. La escena frente él lo hizo sonreír, Saeng y Minwoo estaban jugando con espadas de juguete como si estuviera en alguna batalla medieval, y se veían tan lindos mientras reían.

— ¡Appa! —Gritó Minwoo mientras corría hacia él— ¿Quieres jugar con nosotros?

Hyun le dio una mirada a Saeng, y tembló al ver la mirada azul cargada de deseo. ¡Dios! Ese hombre iba a matarlo de una combustión espontánea. Su cuerpo ardía cada vez que veía esa mirada. Giró a ver a su hijo, y le sonrío.

—Sólo hay dos espadas.

Minwoo lo miró arrugando el entrecejo.

—Te daré la mía —murmuró Saeng—, así este caballero puede descansar un poco.

— ¡Bien! —Minwoo corrió al centro de la sala de estar, y lo esperó con la espada en alto—. ¡En guardia Sir Hyun!

Saeng sonrío, y le entregó la espada a Hyun, sus dedos se tocaron unos segundos, y ambos tomaron una respiración profunda por el extraño cosquilleo que provocó el contacto. Hyun miró esos labios que lo tentaban, y acercó su boca. Podía sentir el calor viniendo del cuerpo de Saeng, y eso lo excitaba incluso más. Sus labios estaban tan cerca, que Hyun podía sentir el caliente aliento de Saeng rozando su boca. Levantó la mirada de esos labios, y se encontró con los ojos azul cielo más brillante que había visto en su vida. La espada cayó al suelo sin que ellos le tomaran importancia, y sus bocas se encontraron en un caliente y devorador beso. Calor y deseo se mezclaban en cada movimiento de sus labios. Hyun gimió, y se apretó al cuerpo de Saeng, deslizando sus dedos por su cabello, y devorando su boca como un hombre sediento en un desierto.

Mmmm Había olvidado lo maravilloso que era besar, y la boca de Saeng se sentía muy bien junto a la suya. Las manos de Saeng recorrían su espalda, y lo atraían más hacia su cuerpo. ¡Demonios! La boca de Saeng era tan dulce, y su lengua se hundió profundamente, arrancándole varios gemidos de placer. Saeng lo devoraba sin control, con su lengua empujándose en su boca, explorando y saboreando su interior sin vacilaciones, mordisqueando sus labios eróticamente provocándole estremecimientos de placer. El beso era dulce, apasionado y hambriento, las emociones que ambos habían estado conteniendo fueron expresadas en cada movimiento de sus bocas. Se besaron una y otra vez, olvidando el paso del tiempo, sólo estaban ellos, descubriendo lo maravilloso que era estar juntos.

Cuando se hizo necesario llevar aire a sus pulmones, ambos se separaron jadeando e intentando respirar normalmente. Hyun miró a Saeng, y su eje que se había puesto duro con el beso, latió dolorosamente al ver el cabello desordenado, los labios hinchados y los ojos enfebrecidos de Saeng mientras éste respiraba profundamente. Hermoso, así se veía Saeng, simplemente hermoso. Levantó su mano y acarició la mejilla de Saeng muy suavemente, podía ver en sus ojos la mirada de emociones pululando en su interior.

— ¿Son novios? —la alegre voz de Minwoo los sobresaltó.

Saeng lo miró asustado y se alejó de su contacto. Hyun se sentía avergonzado. Había besado a Saeng frente a su hijo, y no había sido un beso casto. Se ruborizó, y miró al pequeño que los observaba con una sonrisa en su rostro.

—Yo… —la voz de Saeng hizo girar su mirada hacia él—, debo irme. Tengo cosas de suma importancia que atender —murmuró con voz plana y sin emociones.

Hyun observó a Saeng alejarse y caminar hacia la puerta

— Nos vemos luego —escuchó decir a Saeng en un murmullo bajo antes de salir y cerrar la puerta.

— ¿No son novios? —preguntó Minwoo mientras se acercaba a Hyun, sus ojos brillaban confundidos.

Hyun acercó a su hijo a su lado, y acarició su cabello.

—No lo sé.

Y eso era lo que más lo asustaba, no saber que había entre ellos. Había pensado por unos instantes que Saeng al fin aceptaría lo que pasaba entre ellos, pero al parecer había estado equivocado. Suspiró con pesar mientras miraba la puerta cerrada. Sus labios aún latían por el increíble beso que Saeng y él habían compartido. Se lamió sus hinchados labios, saboreando a Saeng. Si Saeng creía que por salir huyendo Hyun se daría por vencido, estaba muy equivocado.

Estaba enamorado de Saeng, había batallado contra eso, pero había sido inevitable, y ahora iba a luchar por el terco chico de ojos azul cielo.


 Capítulo 04

Saeng caminó como un sonámbulo hacia el parque, y se sentó en el banco donde había visto por primera vez a Hyun. En los últimos días ese lugar se había cubierto con más nieve, haciéndolo sentir como en casa cada vez que iba allí. Pero ahora, a pesar del ambiente tranquilo a su alrededor, no sabía cómo sentirse. 

Sus labios aún hormigueaban hinchados, y todavía podía saborear a Hyun en su boca. ¡Santos Renos! Había sido el beso más fantástico de su vida. Su corazón latía al ritmo de los villancicos de navidad, y sentía la magia en su interior crujir por ser liberada. Besar a Hyun lo había hecho el elfo más feliz del mundo.

Cerró los ojos, y recordó cada segundo que duró ese beso, cada movimiento de sus bocas, cada gemido amortiguado entre sus labios.

El beso había confirmado lo que tanto había temido. Amaba a Hyun Joong, y eso no estaba entre los planes de su misión. Metió la mano en su chaqueta, y sacó la pequeña esfera de cristal con luces de colores brillando en su interior. Joon se la había dado para comunicarse, y hasta ahora no había sido capaz de hacerlo. Temía que cuando el elfo lo mirara iba a descubrir que Saeng se había enamorado del hombre de su misión. Acarició la pequeña esfera, ésta también servía para volver a casa, pero no pensaba usarla aún. La volvió a guardar en su chaqueta hasta que el tiempo se acabara, y llegara navidad. Sabía que tendría que usarla para avisar de su fracaso en la misión, pero aún no era la hora.

Quería disfrutar del amor que sentía por Hyun. Quería seguir bebiendo de sus labios, y disfrutar de los besos más dulces que había probado en su vida, quería experimentar la alegría que sentía al tener una familia, quería vivir como un humano unos días más, y quería quedarse con Hyun estos ocho días que aún le quedaban en el mundo humano. Suspiró, y se puso en pie. Debía volver con Hyun. No se había comportado muy bien ante la pregunta de Minwoo, y debía decirle a Hyun lo que sentía.

Que lo amaba.

Caminó rápidamente a casa de Hyun. Se detuvo frente a la puerta, y respiró profundamente. Sólo necesitaba decir lo que sentía, pero los nervios estaban minando su resolución. Tocó el timbre y esperó.

Fueron los dos minutos más largos de su vida. Cuando la puerta se abrió, y miró dentro de los ojos castaños del hombre que lo había cautivado, las palabras no pudieron salir de su boca. Sólo pudo gruñir antes de tomar la boca de Hyun en un beso. Mmmm Nunca se cansaría de besar su boca. Sus manos se aferraron al cuerpo de Hyun, atrayéndolo más fuerte junto a él.

Hyun gimió, levantó las manos y las deslizó por su cabello. Sus bocas lamían y chupaban intentando aprender cada detalle. Muy lentamente fueron separándose, dándose pequeños besos antes de alejarse del todo.

— ¿Saeng?

Saeng miró maravillado la alegría brillando en los ojos castaños, y sonrió al saber que era él quien la había puesto allí. Acarició la mejilla de Hyun, amando la textura de su piel.

—Hyunnie, mi dulce Hyunnie, me haces sentir cosas que nunca antes había sentido…—delineó sus hinchados y rojos labios con su pulgar—, no quiero alejarme de ti, ni de Minwoo. Ustedes son la familia que siempre había querido —tomó una de las manos de Hyun, la puso sobre su pecho—. Mi pecho duele cuando no estás cerca, y siento que me falta el aliento si no estás junto a mí. Yo... —apoyó su frente contra la de Hyun, y cerró los ojos—…te amo.

La magia vibrando en lo más profundo de su ser emergió de su pecho y los rodeó. Pequeñas chispas de colores brillaban a su alrededor. Su piel blanca lució más suave y tersa, sus ojos azul cielo cambiaron de color pareciendo casi blancos, y sus orejas puntiagudas podían verse entre las hebras negras de sus cabellos. El hechizo que lo hacía verse como un humano, se había roto.

El jadeo sorprendido de Hyun lo sacó rápidamente del estado de felicidad en que estaba. Pero fue verlo retroceder aterrado lo que le destrozó el corazón. Sabía que se veía diferente, pero seguía siendo el chico que Hyun conoció en el parque, el chico que jugaba con su hijo, el chico que había besado. Pero parecía ser que Hyun Joong había olvidado eso, y ahora lo observaba como si fuera un demonio listo para atacarlo.

Saeng bajó la cabeza, sintiendo su alma rota en mil pedazos. Nunca hubiera imaginado que verse diferente, alejaría al hombre que amaba. No era humano, y debió recordar eso antes de confesar sus sentimientos. Debió recordar que los humanos siempre temían a lo que desconocían. Debió recordar que fingir ser un humano en estas semanas, no lo hacía uno de ellos.

Había cometido un error, y lo estaba pagando muy caro con el horrible dolor que sentía por el rechazo de Hyun Joong.

Había sabido que tendría que volver a casa uno de estos días, pero jamás pensó que lo haría de esta forma. Jamás creyó que éste sería el día en que renegaría de ser un elfo.

Un dolor profundo presionaba su corazón, y una solitaria lágrima recorrió su mejilla antes de dar un paso atrás. Sacó la esfera mágica que tenía en el bolsillo de su chaqueta y la apretó junto a su pecho. Le dio una última mirada a Hyun, que seguía viéndolo como si de un monstruo se tratara.

—Yo… —el nudo en su garganta le impidió decir otra vez esas dos palabras que había guardado en su pecho estos días y que había roto el hechizo, sólo le dio una triste sonrisa. —Adiós —logró pronunciar, agitó la esfera, y murmuró suavemente dos palabras antes de desaparecer.

“A casa”

Hyun salió del estupor en que estaba en el momento en que oyó a Saeng murmurar esas dos palabras. Sacudió la cabeza, saliendo de su aturdimiento, y corrió al lugar donde Saeng había estado de pie, pero no había nada. Había desaparecido. Miró alrededor, sintiendo un vacío en su corazón.

¡Oh demonios! ¿Qué había hecho?

Hyun pasó las manos por su cara y sintió la humedad en su rostro. Estaba llorando. Saeng se había ido, y él estaba llorando sin siquiera darse cuenta. Todavía podía ver el dolor desgarrador en los ojos de Saeng. Había sido un idiota. El hombre de sus sueños se había confesado con infinita ternura, diciéndole las palabras que nunca creyó escuchar. Pero al verlo cambiar frente a sus ojos, Hyun se había apartado como un idiota. Sabía que Saeng jamás le haría daño, pero aún así, había actuado como un tonto al alejarse y mirarlo aterrado.

¿Dónde había ido Saeng?

Las palabras volvieron a su mente. “A casa”. Así que corrió a la casa de a lado, esperando encontrarlo allí.

— ¡Saeng! ¡Saeng! —gritó mientras corría, tocó la puerta principal y la encontró abierta. Su corazón latía agitado mientras buscaba en cada habitación. La casa estaba vacía. No había nada ni nadie en la casa, como si nunca hubiera habido alguien viviendo allí en las últimas semanas. Cayó de rodillas en el piso de la sala de estar, su corazón dolía, y gruesas lágrimas bañaron sus mejillas. Había cometido el peor error de su vida al alejarse de Saeng.

Sollozos ahogados salían de su pecho. No podía perderlo, a él no. Se abrazó a sí mismo y dejó que el dolor que sentía en el corazón brotara de su pecho con cada sollozo.

Saeng se había ido, había vuelto a su hogar. Y todo era su culpa.

— ¿Appa? —La voz de Minwoo logró sacarlo de la bruma de dolor en que estaba—. ¿Dónde está Sae?

Hyun cerró los ojos, y se limpió las lágrimas que seguían bañando sus mejillas.

—Se fue.

— ¿Qué? —Murmuró mientras se arrodillaba frente a su padre—. ¿Por qué?

—Yo vi algo que me sorprendió, y me asusté de él. Lo lastimé, y se fue.

Minwoo limpió el rostro de su papá.

— ¿Viste sus orejas?

Hyun levantó la mirada rápidamente, sosteniendo las manos de su hijo.

—Lo sabes… pero cómo.

Minwoo sonrío, y se sentó de piernas cruzadas frente a él.

—El día del zoológico, ¿recuerdas que vimos una película después de la cena? —Hyun asintió—. Bueno, todos nos quedamos dormidos en el sofá, pero yo me desperté para ir al baño. Así que los vi, ustedes estaban abrazados, pero yo ya sabía que se gustaban —Hyun sonrió, y le hizo un gesto para que continuara—. Ahí fue cuando vi sus orejas. Eran puntiagudas, y su piel blanca como la nieve y parecía brillar. Entonces recordé mi carta, y supe que era un elfo. Santa lo envió porque yo se lo pedí —dijo el niño con una sonrisa satisfecha en su rostro.

Hyun trató de asimilar todo lo que Minwoo había dicho. Su hijo lo había sabido, y se había comportado mejor de lo que Hyun lo había hecho.

Un elfo.

Era sorprendente.

— ¿Saeng es un elfo de Santa? —preguntó asombrado.

Minwoo frunció el entrecejo y asintió.

—Sí, creí que él te lo había dicho. ¿Appa? —murmuró mientras miraba alrededor—. ¿Dónde está Saeng?

—No lo sé… —susurró, recordando que lo había perdido.

Saeng le había confesado su amor, revelando su verdadero ser, y Hyun lo había lastimado al retroceder asustado. No sabía qué iba a hacer para pedirle perdón. Minwoo se puso en pie y lo miró decidido.

—Podemos escribirle otra carta a Santa Claus para pedirle que Saeng regrese
.

Capítulo 05

Hyun suspiró con tristeza, miró alrededor y sintió las lágrimas acumularse en sus ojos. La casa tenía toda la decoración navideña, el hermoso árbol de pino con las luces de colores, las esferas, y la estrella dorada en la punta, las maravillosas guirnaldas sobre la chimenea y en las escaleras, y el infaltable muérdago colgando junto a la puerta. Todo se veía listo para recibir la navidad, pero faltaba lo más primordial en estas fechas, el calor navideño.

La tristeza en el ambiente era abrumadora. Hyun y Minwoo habían estado emocionados cuando enviaron la carta hace una semana, pero la esperanza había languidecido con el pasar de los días.
Aún no habían obtenido una respuesta. Y quizás esa era la respuesta, quizás Saeng no iba a volver jamás. Se limpió las lágrimas que habían logrado escapar de sus ojos. No podía creer que había perdido al hombre de su vida todo por un simple y estúpido error.

Se sentía exhausto, y más miserable que nunca. Estos últimos días habían sido un infierno. Había echado de menos a Saeng. Su risa, el brillo de sus ojos, la sonrisa traviesa, su corazón gentil. Jamás había creído cuán profundamente podía meterse una persona en su alma y corazón hasta ahora, pero Saeng lo había hecho, y estar sin él era una absoluta agonía. Miró el reloj sobre la chimenea, faltaban dos horas para navidad e iba a ser la segunda peor navidad de su vida. La primera fue el año anterior cuando perdió a Kyu, pero ésta era aún más dolorosa. Porque el amor que sentía por Saeng era más grande y profundo.

Se sentó sobre el sofá, y observó el fuego bailando en la chimenea. Se sentía vacío y sin fuerzas, cerró los ojos y poco a poco se fue quedando dormido.

~&~&~

Observó al hombre durmiendo en el sofá, y sacudió la cabeza. Tal vez no debió esperar hasta navidad para entregar este regalo especial. El hombre reposando frente a la chimenea lucía agotado y miserable. Pero cuando despertara, todo estaría mejor. Dejó los regalos bajó el árbol, y el presente especial junto al hombre dormido. Le hubiera gustado estar allí cuando el hombre despertara y viera su obsequio.

Muy suavemente dejó una carta sobre la mesita de café, y se alejó otra vez a la chimenea. Las galletas prometidas estaban allí esperándolo, se comió dos, y cerró los ojos mientras las saboreaba lentamente. Sí, en definitiva, éstas eran unas de sus favoritas. Chasqueó los dedos y el fuego se apagó por un instante. Dio una última mirada alrededor y sonrió. Esperaba que Minwoo estuviera feliz con sus obsequios. Salió rápidamente por la chimenea, y subió a su trineo cargando su bolsa roja.

Tenía aún muchos regalos más que entregar.

~&~&~

Hyun se sobresaltó con el extraño ruido viniendo del techo, y despertó rápidamente. Quedó paralizado unos segundos al notar un cuerpo caliente acostado a su lado.

¿Qué demonios?

Se giró y sintió a su corazón volver a latir otra vez de alegría. Lágrimas de felicidad corrían por sus mejillas. Levantó la mano, y trató de asegurarse de que no era un espejismo. La suave piel rozando sus dedos, le arrancó un ronco sollozo.

— ¿Saeng? —murmuró entre lágrimas.

Observó atentamente a esos ojos azul cielo que lo miraban con una sonrisa bailando en ellos.

—Hola —respondió Saeng mientras sonreía.

Hyun lloró y se abrazó a Saeng como si su vida dependiera de ello, y lo hacía, al fin tenía al hombre que amaba otra vez en sus brazos. Sollozos incontenibles llenaron el silencio en la sala de estar.

—Lo… siento… lo siento… —pudo decir entre sollozos—…te amo… te amo mucho,… y… no… vuelvas… a dejarme… por favor —sus brazos se aferraron fuertemente alrededor de Saeng, tratando de conseguir que ese maravilloso calor irradiando de su cuerpo, alejara el frío que se había instalado en su alma desde que Saeng desapareció. Fuertes brazos lo apretaron y pequeños besos cayeron sobre su cabello, y Hyun pudo sentir que todo estaría bien. Que podía ser feliz con su familia al fin reunida. Saeng y Minwoo eran su familia y por fin estaban juntos.

—Shhh… ya estoy aquí Hyunnie… ya estoy aquí, junto a ti, y no pienso alejarme nunca más —Hyun suspiró feliz con esa afirmación, y poco a poco sus sollozos se fueron calmando— Leí tu carta, pero quiero escuchar de tu boca lo que sientes por mí.

—Te amo —susurró junto a la piel del cuello de Saeng, respirando ese aroma maravilloso que siempre le recordaría a la navidad.

Cerró los ojos y suspiró cuando una cálida mano acarició su mejilla y levantó su barbilla. El calor y el amor brillando en la mirada azul de Saeng aceleraron el palpitar de su corazón cuando abrió los ojos.

—Te amo —dijo Saeng mientras bajaba su rostro.

El beso fue dulce y tierno, labios tomando cálidamente el sabor del otro, acariciando y reconociendo la dulzura en cada beso. Hyun suspiró, y dejó que Saeng bebiera de su boca muy suavemente. Se separaron después de varios minutos, con sonrisas brillando en sus rostros.

— ¿Cuándo volviste?

Saeng acarició su mejilla y sonrió.

—Hace unos minutos. Mi exjefe me ayudó a venir.

Hyun se sentó rápidamente, y lo miró con sorpresa.

— ¿Santa estuvo aquí? —Preguntó con un chillido—, espera un momento… dijiste tu exjefe —murmuró, dándose cuenta del significado de las palabras de Saeng, lo miró atentamente, y descubrió que ya no tenía orejas puntiagudas—. Tus orejas…

Saeng se sentó junto a él y tomó una de sus manos.

—Ya no soy un elfo —murmuró mientras ponía la mano de Hyun sobre su oreja.

Hyun tocó maravillado la curva normal de la oreja de Hae, conteniendo la respiración.

— ¿Eso qué significa? —Miró atentamente esos ojos azul cielo, esperando ansiosamente la respuesta.

—Soy un humano —susurró mientras acercaba su boca—, con todo lo que con lleva serlo. Tengo hasta mi ID que confirma que soy un ciudadano de este pequeño pueblo —murmuró con una sonrisa bailando en sus ojos—. Y volví porque te amo,… te amo más que nada en el mundo.

¡Oh Dios!

Hyun sentía que pronto tendría un ataque al corazón con tantas emociones embargándolo en ese momento. Saeng era humano. ¡Un humano! Y eso significaba que podían pasar su vida juntos, envejecer juntos y mirar a Minwoo crecer y tener su propia familia.

Se abalanzó sobre Saeng, tomando su boca en un beso cargado de emociones. Sus bocas se movían frenéticas y hambrientas, y el calor recorriendo sus cuerpos era incontrolable. Cada segundo que pasaba, Hyun deseaba mucho más a Saeng. Lo quería. Quería tocar su piel, lamer cada curva de su cuerpo, y sentirlo moviéndose muy profundo en su interior.

—Ven… —murmuró, mordisqueando sensualmente el labio inferior de Saeng, y tomando su mano mientras se ponía en pie—, vamos a mi habitación. Quiero amarte completamente éstas primeras horas de navidad y de nuestras vidas juntos.

Saeng gimió, y se levantó, siguiéndolo mientras se besaban cada pocos pasos, brindando caricias bajo sus ropas. Hyun cerró la puerta, y le demostró a Saeng en muchas y traviesas maneras, el amor y la pasión que sentía por él en esas largas horas de la madrugada de Navidad.

FIN
 

Epilogo

Saeng suspiró feliz, al sentir el cuerpo caliente de Hyun a su espalda. Un posesivo brazo lo tenía aferrado de la cintura, impidiéndole alejarse, y tampoco estaba loco como para hacerlo.

Recordar todo lo que habían hecho entre sus sábanas hace unas horas, era simplemente alucinante; y más aún cuando su cuerpo recordaba perfectamente las sensaciones que había experimentado, cada caricia,cada beso, cada gemido. Recordar todo aquello lo puso caliente en un instante.

Mmmm

Había sido la mejor noche de su vida.

Movió sus caderas, y gimió. El grueso eje de Hyun estaba alojado entre las mejillas de su trasero, como si quisiera volver a meterse en su interior. Su agujero seguía lubricado con el semen de Hyun, así que levantó su pierna muy lentamente, y bajó su mano, introduciendo poco a poco la gruesa erección de Hyun, necesitando estar lleno otra vez.

Hyun gimió, y de una sola estocada estuvo dentro del cálido interior de Saeng.

—Mmmm… me encanta sentir el calor de tu apretado agujero. Y quiero más… —murmuró mientras deslizaba sus manos, sujetando las caderas de Saeng apretadamente para poder moverse una y otra vez, embistiendo y provocando varios gemidos de placer.

Saeng gimió, aferrándose a las sábanas mientras Hyun lo follaba con pasión desenfrenaba. ¡Demonios! Su cuerpo se sentía como si estuviera recibiendo descargas de electricidad bajo la piel. Sus gemidos subieron de volumen cuando Hyun cambió el ángulo de penetración, golpeando con cada estocada su punto de placer.

—Más… más… sí… ahí… oh Dios… —jadeó.

Un ligero estremecimiento bajó por su vientre, deslizándose por sus bolas y contrayéndolas dolorosamente, convirtiéndose en una oleada ardiente de placer que se extendió por todo su cuerpo. Giró su cabeza, y recibió el beso que tanto deseaba. Su cuerpo vibró, y se corrió con un gritó ronco de placer. Hyun lo embistió tres veces más antes de correrse en su interior, llenándolo con su semilla.

Les tomó varios minutos para que pudieran recuperar la respiración.

—Te amo —susurró Hyun mientras salpicaba pequeños besos por el cuello de Saeng.

—Te amo —murmuró Saeng, sonriendo satisfecho.

El ruido de pasos apresurados viniendo del pasillo los paralizó.

— ¡Appa! ¡Appa! ¡Ya es navidad! —gritó Minwoo mientras se alejaba. Suspiraron aliviados cuando escucharon los pasos bajando las escaleras.

Saeng gimió cuando Hyun salió de su interior, queriéndolo tener allí por mucho tiempo más. Se giró y abrazó a su amor, mientras le daba un beso.

—Feliz Navidad —susurró contra sus labios.

—Feliz Navidad —respondió Hyun sonriendo antes de besarlo otra vez.

Hyun y Saeng bajaron tomados de las manos, sonriendo al notar a Minwoo sentado sobre la alfombra, abriendo sus regalos bajo el árbol.

— ¡Appa! ¡Saeng! —Gritó cuando los vio, y corrió hacia ellos—, ¡Feliz Navidad!

Saeng rió, y acarició el cabello despeinado de Minwoo mientras miraba los alegres ojos castaños que lo miraban con cariño.

—Hola, pequeño. ¿Has recibido buenos obsequios?

— ¡Sí! —Dijo, mientras le daba un apretado abrazo, rodeando sus pequeños brazos por la cintura de Saeng—. ¡Tú! Tú eres el regalo que le pedí a Santa —sonrió mientras miraba a su papá y luego a Saeng.

— ¿Sí? —Preguntó Hyun, soltando la mano de Saeng mientras se arrodillaba frente a su hijo—. ¿Ahora puedes decirme que le pediste a Santa Claus en tu carta?

Minwoo bajó la mirada, su piel se llenó de un lindo rubor mientras murmuraba:

—Quería que tuvieras un novio, pero lo que más quería era verte sonreír feliz otra vez. Extrañaba mucho tu sonrisa —la última frase le salió en un murmullo bajo.

Saeng tuvo que contener las lágrimas cuando vio a padre e hijo abrazados cariñosamente. Era una imagen enternecedora. Se arrodilló junto a ellos, y los abrazó fuertemente. Minwoo rompió el abrazo, y los miró detenidamente.

— ¿Ahora son novios?

Saeng se levantó y jaló a Hyun junto a él, dándole un pequeño beso en los labios antes de mirar a Minwoo.

—Sí, ahora somos novios.

— ¡Sí! —Gritó Minwoo mientras daba saltitos, les sonrió y se acercó a la mesita de café, tomando la carta que había sobre la superficie. —Esto es para ti, Appa.

Saeng observó a Hyun leerla. Una solitaria lágrima recorrió su mejilla, la limpió descuidadamente antes de abrazar a Saeng y besarlo.

—Te amo —susurró Hyun.

— ¿Qué dice? —preguntó Minwoo con curiosidad.

Hyun les sonrió y empezó a leer:

—“Querido Hyun Joong:

Espero aprecies mucho el regalo especial que tu hijo pidió para ti en esta navidad. La felicidad es algo que pocos conocen, y que tú has conseguido gracias a un sincero deseo de corazón.

Así como Saeng fue lo que necesitaste para volver a sonreír y ser feliz, tú también fuiste lo él que necesitó para recuperar la alegría. Gracias por devolverle el brillo que había perdido con el pasar del tiempo.

Sean muy felices, y ¡Feliz Navidad!

Santa Claus.

PD: Gracias por las galletas que preparas y que Minwoo siempre deja junto a la chimenea.”

Saeng sólo pudo sonreír, no había otra manera de demostrar la inmensa felicidad que sentía en esos momentos. Lo habían enviado a una misión para buscarle un novio a Hyun, sin que pudiera imaginarse que terminaría enamorándose de él.

Metió la mano en el bolsillo de su pantalón, sintiendo la hoja de papel que lo había hecho renunciar a su vida en el polo norte y a la magia con la que había nacido. La carta que Hyun escribió a Santa había contenido tanto sentimiento y amor, que con tan sólo tocarla, pudo sentir todas las emociones que Hyun había experimentado mientras la escribía. Y tan sólo dos palabras habían sido las necesarias para regresar a su lado.

„Te amo‟.

Con esas dos palabras, su vida y la de Hyun habían cambiado. Ambos habían descubierto un gran amor, y todo gracias a una carta a Santa Claus
.

3 comentarios:

  1. ESTOY MUY CONMOCIONADA NO PUEDO CREER QUE SE IMAGINEN ESTAS NOVELAS DE ELLOS PERO LA ADORE Y ME HE EMOCIONADO HE LLORADO BUENO HE EXPERIMENTADO TODAS LAS EMOCIONES JUNTAS...GRACIAS

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  3. Me encanto , gracias por compartir

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